“Con sabiduría se edifica una familia y con prudencia se consolida” Proverbios 24:3
Un pensamiento provoca una acción, una acción repetida produce un hábito, un conjunto de hábitos definen la conducta de una persona. Dice la Biblia “tal es su pensamiento dentro de si tal es él” Debemos habituarnos a tener pensamientos que nos generen felicidad. Cabe acá la pregunta ¿Podemos aprender a ser felices? La respuesta, si, aprender o re-aprender a disfrutar de las pequeñas cosas y sobre todo ser agradecidos. Una persona que práctica el dar gracias a otros y a Dios va desarrollando un sentimiento interno de bienestar. Tenemos muchas razones para estar agradecidos, felices aunque existan carencias, perdidas; hay mucho en nuestro haber.
Le pido realice este ejercicio mental, para iniciar una lista. Piense en: tres posesiones suyas, luego en tres personas que le aprecien, ahora en tres personas a quien usted ame, por último tres partes de su cuerpo que estén sanas. Acaba usted de generar una lista de 12 buenas razones para estar agradecido, feliz. Cuando una persona se siente triste empieza con argumentos mentales de vacíos en su vida que no existen, la persona se dice: “no tengo nada, no tengo a nadie,…” Haga una comparación con personas con menos razones que usted para estar agradecidos y que su calidad de vida sea superior a la suya, se vean más felices, la razón, el sentimiento interno de bienestar. Entonces tome una decisión y siga el consejo Bíblico. “Este es el día que hizo el Señor, nos gozaremos y alegraremos en Él” Salmos 118:24 El texto es claro, una declaración, una decisión, una invitación expresada. La felicidad es una sensación, de bienestar, una emoción que se liga a cierta calidad de vida ya estipulada. Pero quién decide qué nos hace felices, nosotros mismos.
¿Qué es la felicidad? Las personas la definen según su estado de ánimo, no hay una definición universal. Pero racionalmente el ser humano sabe cuando esta feliz, hay un estado integral de paz, de plenitud. Estudios médicos han descubierto como la salud es beneficiada cuando la persona esta feliz, como la risa es un estimulante y no solo un efecto. Y es que felicidad va más allá de satisfacer necesidades corporales naturales, es disfrutar esos momentos, disfrutar las personas, disfrutar lo que se nos ofrece. Va más allá de poseer bienes materiales, se relaciona directamente con disfrutar lo que ya sé tiene. Decidir ser feliz, tomar decisiones asertivas para ser y hacer felices a nuestras personas significativas, como lo son nuestros familiares genera espacios de satisfacción. Dios nos creo para ser felices. En la familia las actividades y decisiones, de uno de sus miembros, pone en alerta a todo el grupo pero si es en el marco esperado por la familia producirá una sensación de felicidad, aún cuando se den episodios de dolor solo el hecho de la cercanía y solidaridad familiar genera paz y un grado de felicidad en medio del dolor.
La ausencia de estrés, hostilidad, rencor, tensión, inseguridad da paso a la felicidad plena. Porque la felicidad se construye de momentos, espacios, recuerdos felices que en forma selectiva ponemos en nuestra memoria inmediata y nos da una sensación de calidad de vida. En la familia debemos provocar tiempos de felicidad, que trasciendan en el tiempo. Edificar una familia requiere años y hay temporadas de huracanes, de lluvias que darán con ímpetu sobre la Casa pero si esta bien cimentada; no se derrumbará y si una parte se resquebraja se puede restaurar; si hemos aprendido a ser felices agradecidos con Dios día a día. Un consejo simple, sea feliz.
“Este es el día que hizo el Señor, nos gozaremos y alegraremos en Él” Salmos 118:24
Pastora Ruth de Solís
Master en Orientación Familiar
No hay comentarios :
Publicar un comentario