21 agosto 2013

La Intimidad con Dios – Parte 2

“…PERMANECED EN MI AMOR” (Juan 15:9b)


Si nuestra necesidad de una relación con Dios es tan profunda y constante, ¿por qué tan pocos de nosotros nos dedicamos a ella? 

Una de las razones principales es que estamos convencidos de que Dios recuerda todas las cosas malas que hemos hecho y es rápido para juzgar nuestro comportamiento actual. 

¿Cómo va a querer alguien pasar tiempo con un Dios así?

Haz una lista de las cualidades de tu mejor amigo/a:
(1) Me acepta

(2) Aparta tiempo para mí

(3) Después de estar con él o ella, siempre me siento mejor.


Pues bien, lo que aprecias en tu mejor amigo/a es precisamente lo que Dios te ofrece hoy, y mucho más.

Este Dios, tu Amigo, quiere tener intimidad contigo aun más de lo que tú quieres intimidad con Él. 

Jesús dijo: “Como el Padre me ha amado, así también Yo os he amado; permaneced en mi amor” (Juan 15:9). ¿Lo has entendido bien? ¡Permanece, deléitate y encuentra verdadero amor “en mi amor”. Si de verdad permaneciésemos en su amor, nos sentiríamos tan llenos, tan queridos y tan apreciados que nos apresuraríamos a estar con Él cuanto antes.

Annie, una madre de cuatro hijos, escribió: “Ya no sólo leo la Biblia o pido cosas. Quiero oír su voz. Medito en su Palabra. Apunto lo que oigo que Él me está diciendo. Intento que ese tiempo sea lo más sincero, lo más intenso y lo más íntimo posible. Cuando empecé a tomar tiempo con Dios era como que iba a “fichar” en el cielo: ‘Estupendo, ¡Annie estuvo aquí diez minutos enteros!’ Ya no es así. Es tan precioso estar en su presencia que últimamente he tenido que salir de ella con muchísima dificultad”

Si Annie descubrió la recompensa de tener intimidad con Dios, tú también puedes.

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